martes, 16 de diciembre de 2014

Charlas con mi madre


Recibo una llamada de mi madre a mi teléfono fijo. Lógico, tiene que ser el fijo, porque al celular no llama más, y tiene sus motivos. No siempre la atendí cuando lo hizo, ya que lo uso poco y menos para hablar. Me supo reprochar, cuando mi teléfono fijo estaba en reparación, que llamando al celular, según sus palabras: “Tenés siempre allí esas mujeres que dicen que deje un mensaje”… pobre, no quiere entender eso de las grabaciones y el contestador automático.

La charla del llamado se desarrolla de esta manera:

-        -  Hola, como va?

-        - Ah, me conocés? –responde una tímida vos- soy la mamá tuya, vos sos Raul Celso no?... porque yo tenía al otro Raul… Raul sólo… porque le habían puestos un solo nombre… tu papá…

-        -  Sí, sí –interrumpo- ya sé, ya sé…

-        -  Bueno, te quería contar un cuento, que no es un cuento, sino una verdad verdadera… resulta que es tremendo lo que me dijiste ayer… pobrecito… -comienzan los sollozos- ¿cómo vas a hacer eso con tu hijo?

-        -  ¿Qué cosa? –me hago el sorprendido.

-       -   Es tu hijo, y yo no pude dormir anoche…, estuve rezando toda la noche… ¿cómo lo vas a echar?... es el más chiquito… que te está pasando?

-       -   Nada, nada, por favor no pasó nada –digo tratando de tranquilizarla- está todo bien. Solamente que quiero que se cumplan ciertas normas de convivencia, porque estoy podrido de aguantar estas cosas en mi casa, con este mantenido de mierda. Y las pelotas con chiquito, es un boludón de 22 años que parece tener 12. Estoy cansado realmente, pero no pasa nada, no voy a hacer nada.

Este diálogo se produce, porque el día anterior, en mi visita de todos los domingos a la casa de mi mamá, había hecho unos comentarios acerca de la conducta de mi hijo menor, por cierto con toda la bronca que tenía en ese momento. Ella insistió entonces a través de la línea:

-    -      ¿Pero qué te hizo? ¿Te dice cosas feas? … tenés que enseñarle, quererlo mucho, yo los quiero a todos, y rezo siempre para todos…

-      -    Bueno –interrumpo- ya no importa lo que hizo; está todo bien; no pasó nada. Eso hago, lo atiendo todo el día, soy su empleado y el empleado de los otros. Casualmente está durmiendo todavía y no creo se levante pronto… es más no sé si se levantará cuando lo llame a comer.

-     -     Tenés que cuidarlo –insiste, ya en medio de un llanto convulsivo- es tu hijo… pobrecito…

-    -      Lo que voy a hacer de ahora en adelante, es no contarle más ninguna cosa que pase en mi casa con ellos, porque si es para estos problemas, dejémonos de joder.

-      -    ¿Cómo que no me vas a contar? ¿Qué te está pasando? Vos andás mal de la cabeza… -mientras siguen los llantos.

Es todo un tema las confidencias que puedo tener con mi madre, en esas tardes domingueras compartiendo el mate, que hace un tiempo cebo yo, así tengo el control de la frecuencia con que bebo de él, y por sobre todo de la cantidad de azúcar que le agrego, ya que a mí me gusta amargo, y por lo general ella no toma más que uno o dos.


Muchas veces no mido las consecuencias de mis palabras, o el efecto que luego provocan en ella, y por cierto que tengo que reservarme ciertos problemas de mi intimidad familiar, contestando simplemente a su inquisitoria, que todo está bien, súper bien. La charla terminó, con los repetidos consejos de mi mamá y su compromiso a repetir sus oraciones para nosotros, cosa que no dudo hace, aunque dudo de las cosas que piensa mientras recita esos interminables rosarios.    


jueves, 11 de septiembre de 2014

Feliz día para todos l@s maestr@s

Feliz día para todos l@s maestr@s  




Quiero manifestarme en este día, congratulándome por tan grato acontecimiento, haciendo llegar este saludo a todos los maestros y maestras, en actividad o jubilados, y en todas las múltiples especialidades que existen actualmente.


También quiero recordar a los míos. Y comienzo con mi madre, quien tuvo actividades docentes conmigo, aunque no sea profesional en ese sentido, ya que nunca cursó didáctica, por lo cual fue de la época que la letra entraba con sangre. Aunque todavía está viva, con sus florecientes 85 años, escribo tranquilo, porque sé que por diferentes motivos, nunca leerá esto. Posiblemente tenía yo de cuatro a cinco años, cuando comencé con ella la tarea de los primeros palitos, después lectura (OSO, O S O), y escritura. Era implacable, y sus pellizcos o tirones de cabello eran frecuentes, (odio recordar eso), pero hacía lo que tenía planificado: quería un hijo modelo en todo, modelo a su manera claro está, y de esa manera lo marcó, hasta que finalmente resulté un buen modelo de boludo.

Después vinieron las monjitas, ya a los cinco años, en lo que hoy sería un jardín de infantes, y por entonces se llamaba primero inferior y posteriormente primero superior. Entré de contrabando al primero inferior, a mitad de año, porque mi edad no daba con las prescripciones vigentes en ese momento. Por entonces ya me enamoré de una monja, la Hermana Luján, que era bellísima, encantadora y posteriormente me haría integrar un coro de niños para la liturgia católica, apostólica, romana. Y también padecí a otra, la hermana Daniela, aunque  a mí me trató siempre muy bien, pese a sus exigencias acordes con los gustos de mamá.

Para hacer el segundo grado, tenía que pasar a otra escuela, porque era considerado promiscuo, el compartir entre ambos sexos, las clases a esa edad. Había una escuela pública en mi ciudad, a la que siempre me hubiese gustado ir, y que estaba cruzando la calle de mi casa materna.  Pero no, los deseos de mis progenitores coincidían con la discriminación que aunque en menor grado aún sigue en este poblado, y debía volver a cruzar la plaza, para ir al colegio de los curas.

Grandes maestros encontré entonces. Los curas eran los dueños del colegio, y pertenecían a una Orden Religiosa, que hasta entonces importaba sacerdotes de Italia. Acá estaba instalado el cura Celso, párroco y mandamás de la aldea, en connivencia con el comisario y el juez de paz.  Extraordinario maestro, al igual que el Hermano Rogelio, el Hermano Victorio y los curas: Joaquín y Jerónimo. Durante esos años de la primaria, el colegio se fue aggiornando, y contrató el servicio de maestros y maestras laicos. De ellos recuerdo a la Sra. Elba, al Sr. Amado, y a un tal maestro Peressón. A los dos primeros con mucho cariño, rescatando sus dotes docentes.

Acertadamente, en ese período, no pude enamorarme de ninguno de los maestr@s.

Muy feliz día para todos los docentes.

Setiembre 2014

La imagen es una reproducción de la obra pictórica con técnica de acrílico, de Miguel Cámpora (argentino) titulada Maestra.

martes, 2 de septiembre de 2014

Canción Desesperada

Canción Desesperada. Luisina Mathieu. en Tango de Festivales 

 

 



https://www.youtube.com/watch?list=UUvE_hw7JrUzb22sNvNzDgAQ&feature=player_detailpage&v=LbTGdGL9Zvo

JUEGO DE NIÑOS

Hoy recurro a mi amigo Homero Alcibíades Raceto, quien me deja un texto que refleja mi infancia. 

JUEGO DE NIÑOS




No había televisión, ni aparatos de radio portátiles; por supuesto ni hablar de computadoras personales, telefonía móvil y celulares.

Los juegos, cuando el clima era propicio, por lo general los practicábamos al aire libre; los de salón, variaban según la posición económica de nuestras familias, permitiéndose los más acomodados, tener su "mecano", una caja con distintos elementos de chapa de variadas formas, tornillos y tuercas, y las herramientas apropiadas, para armar y desarmar lo que la imaginación les permitía.

Claro que desde más pequeños, aprendimos a andar en triciclo; recuerdo con nostalgia, que mi padre me había fabricado uno, totalmente de hierro; desde sus ruedas desnudas de cualquier engomado, hasta el asiento, pedales y manubrio. Cuando crecieron mis hermanos que me seguían, compraron uno "de verdad", que para compararlo con el ya desvencijado triciclo artesanal, podemos apelar a la diferencia entre un Mercedes Benz y un Ford A.

De todos modos, queda en mi memoria, el primer triciclo, valorando ahora que papá ya no está, toda su habilidad y fundamentalmente el amor que puso para construirlo.

Había varios terrenos baldíos, y justamente cruzando la calle de tierra que separaba la manzana donde estaba mi casa con la que seguía hacia el sur, era uno de ellos, de suficiente amplitud como para jugar al fútbol, o con los accidentes necesarios para disfrutar de otros juegos grupales que relataré.

En ese solar, estaba la casa de nuestro vecino, que fabricaba tubos de cemento para alcantarillas, y que iba almacenando en parte del sitio. En esa casa vivían dos de mis amigos, René y Rolando. Nos juntábamos con ellos, y entre otros recuerdo a vecinos, como Roberto y Mario, hijos de una familia "bien", ya que su padre era profesional de la medicina, e integrante de distintas comisiones comunales, de fuerzas vivas e instituciones; recuerdo a otro llamado también René; otros hermanos que se unían ocasionalmente eran los mellizos Negro y Rubio, y su otro hermano Juan Carlos. Para diferenciar a los dos René, diré que al primero le pusieron por sobrenombre “Buzón”, mientras que al segundo lo llamaban “Chancha”; en cuanto a mi alias era el de “Tortuga”; cierto es que en este grupo que formábamos no usábamos entre nosotros estos apodos.

Claro que muchas veces, tenía que mirar como jugaban mis compañeros del barrio, porque por alguna travesura o demasiada protección maternal, agarrado del alambre tejido que hacía de cerca en el límite de mi casa, tenía que responder a los llamados para que me integre al juego, con un ruborizado "no me dejan".

En el fútbol posiblemente era el más patadura, aunque más propiamente graficado, debería decir el más debilucho, el de menor fuerza en la patada, y el de menos habilidad en el dominio de la pelota.

¡Qué pelotas las de esos tiempos! la número cinco, de cuero, áspera, pesada, y recontra pesada cuando estaba mojada; casi todas las familias teníamos una, e íbamos rotando en quién la ponía para el partido; esa pelota se cuidaba como el más preciado tesoro. Recuerdo que la mía merecía especiales atenciones de mi parte; luego de un partido le pasaba cuidadosamente sebo (grasa vacuna) que protegía al cuero; era de tajadas hexagonales, y había aprendido a descoserla, emparchar la cámara de goma cuando sufría pinchaduras, y volver a coserla con un par de agujas; claro que cuando ya me quedaba muy ovalada recurría a los servicios de un artesano zapatero.

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Otros de los juegos al aire libre que compartíamos, era el de los “Cowboys”, coboy en nuestro lenguaje, y consistía en buscar un escondite, ya sea entre los tubos de cemento, alcantarillas, escombros, árboles y demás accidentes del predio, armados con pistolas o escopetas fabricadas toscamente con madera blanda por nosotros mismos, pero sin detalles estéticos, resultando ser solamente la silueta del arma pretendida; una vez todos escondidos, había que moverse sigilosamente, arrastrándose, para ubicar a cualquiera de los enemigos, sorprenderlo, apuntándole con el juguete, y gritando ¡Bang! ¡Bang! ¡Estás muerto!, a lo que el atrapado respondía, de acuerdo a su humor, con contorsiones o alaridos, hasta quedar tirado en el piso; lógicamente que la acción de atacar a uno de los contrincantes, te exponía a que los demás descubrieran tu escondite.

En el pueblo, existía una sala de cine, en el predio que ocupaba el templo y la casa parroquial; llevaba por nombre “Cine Cultural” y era administrado por el cura Joaquín Bonaldo, de la Orden de los Siervos de María, capellán de la entonces Base Aérea de Reconquista. En esa sala, se proyectaban sábados y domingos por la noche, programas de doble función, con un introito del Noticiero, en el que se podían ver sucesos recientes vinculados con la política, el deporte u otros temas, y también con un intervalo entre una película y otra.

Los domingos por la tarde, el Cine Cultural, ofrecía especialmente para los niños, la función “Matinée”, en la que por lo general, se proyectaba el Noticiero, la “cola” (adelanto) de las películas programadas para la semana siguiente, y luego un film que casi siempre era “de guerra”, o de vaqueros (Cowboys), la famosa zaga de la conquista del oeste norteamericano, donde invariablemente aparecían, el muchacho, el mocito, el bueno, el malo, el feo, el bandido, el pistolero, el “Sheriff”, el “Saloon” y el desgraciado exterminio de los indios (en nuestro país no se quedaron cortos con ese tema, primero, durante el Virreinato del Río de la Plata, con la esclavitud a la que eran sometidos los aborígenes especialmente encomendados a trabajos forzados en las minas de plata de Potosí, y más tarde, habiéndose ya constituido la República Argentina, con la “Conquista del desierto”, la colonización de distintas regiones, y el reclutamiento obligatorio para ser carne
de cañón en las guerras por la independencia o en la tristemente célebre guerra contra la República del Paraguay).

Los filmes habitualmente se proyectaban en blanco y negro, pero solíamos ligar de tanto en tanto, alguno en “Tecnicolor” y “Cinemascope”, técnicas de última generación para nuestra época.

De vuelta a casa, los hermanos Juan Carlos, Rubio y Negro, solían en el patio de su vivienda, hacer la representación de la película que habían visto. En una de esas emulaciones, la oportuna atención de un vecino, impidió una tragedia, al socorrer al pobre Juan Carlos, que estaba siendo colgado de un árbol, con la soga al cuello, pues en el film que habían presenciado, justamente uno de los bandidos  era ajusticiado en la horca.

HOMERO ALCIBIADES RACETO

domingo, 31 de agosto de 2014

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La vida es un paréntesis entre dos nadas, es una frase de Mario Benedetti, que elegí para mi blog personal, el cual se trata de una especie de autobiografía.



LA VIDA ES UN PARENTESIS ENTRE DOS NADAS


UNA CONTRIBUCIÓN A LA CONFUSIÓN GENERAL


Es un título mentiroso, porque la contribución pretende publicar algunos artículos que considero importantes, y determinados de ellos pueden invitar al debate.

UNA CONTRIBUCIÓN A LA CONFUSIÓN GENERAL



SIN PENAS NI OLVIDOS


En mi paranoia, fui levantando un muro, sintiéndome cómodo y a salvo con ese aislamiento, perdiendo la capacidad para razonar correctamente, lo que me llevó a tocar fondo. Lenta y trabajosamente, fui recomponiendo mi estado, y hoy llevo una vida casi normal, aunque cómoda con mi locura.

http://raulcelso22.blogspot.com.ar/SIN PENAS NI OLVIDOS


MR. HYDE & DR. JEKYLL


Hace tiempo tenía mi blog con este nombre, y lamentablemente ha desaparecido, no pudiendo encontrar en mi caja de Pandora, algún respaldo, algún archivo, alguna copia, por lo que lo reinicio, con las mismas ganas de antes, aunque con un poco más de madurez... o tal vez, lo que maduró es mi locura, pero de eso no deben preocuparse, porque no es una enfermedad contagiosa.

MR.HYDE & DR. JEKYLL




VIVE SIEMPRE COMO SI FUERA EL ÚLTIMO DÍA DE TU VIDA

Vive siempre como si este fuera el último día de tu vida, porque el mañana es inseguro, el ayer no te pertenece y solamente el hoy es tuyo. 

MAXIMILIANO KOLBE


http://raul-tato.blogspot.com.ar/http://raul-tato.blogspot.com.ar/




Mi padre



Don Raul. Sí, así a secas. Parece que a los abuelos Don Juan y Doña Ana, se les acabó la imaginación cuando nació mi viejo ¡Viejo, mi querido viejo! y le pusieron un solo nombre. Patronímico que ligué yo después, como se acostumbraba en la época con el primogénito, más el agregado de Celso, por cuestiones totalmente intencionadas, que contaré en otra oportunidad.

Nació en la Colonia Presidente Avellaneda el 20 de Abril de 1926, y falleció súbitamente el 14 de Abril de 2005, a seis días de cumplir sus 79 años.

Por entonces, estaba jubilado, luego de 40 años de servicio, en una empresa que era lo más grande que tenía Avellaneda, y lo sigue siendo, aunque sus plantas fabriles estén ubicadas en otros lugares de la provincia y de distritos vecinos. Una fábrica que produce aceites vegetales y subproductos de las oleaginosas. Don Raul hizo de todo: mecánico, mantenimiento, turnos. Lo exprimieron muy bien, y se retiró con una jubilación roñosa.   

  

Estas fotos no son de mi padre, pero ilustran trabajos similares a los que hacía él.

En su lugar de trabajo seguramente tenía apodos, porque allí los compañeros de trabajo eran terribles para las  bromas, las cargadas, y cuando bautizaban a sus colegas con un alias. Pero no recuerdo el mote de Don Raul, un poco porque era muy reservado en contar esas cosas. Simpatizante de River, sufría con su radio a transistores, escuchando los partidos, y más adelante en la televisión, aunque no era de gritar los goles, pero parecía un Macaya Márquez con sus comentarios.  

En sus últimos años, papá tuvo una vida bastante tranquila. Es una redundancia, pero todas sus amistades y quienes lo conocían, decían de él que era muy tranquilo y buenazo. Es cierto, no alzaba la voz, era prudente en sus discrepancias con alguien, y nunca se peleó ni de palabra ni a las piñas.

Apenas retirado de sus labores, como era una persona de mucha destreza personal para tareas manuales, como albañilería, reparaciones eléctricas y otras actividades, se estuvo ocupando de esos menesteres, en su casa, o en la de sus hijos. Luego comenzó a quedarse un poco más quieto, compartiendo las veinticuatro horas del día, con Doña Teresita. Con ella, miraban televisión, jugaban al chinchón o a la loba, pero por sobre todo rezaban. Era muy creyente, y asistió a los oficios religiosos, hasta el último domingo antes de morir. Sus salidas eran: hacer las compras en los supermercados cercanos, alguna visita a mi casa de vez en cuando, recorridas por médicos y sanatorios y algo de esparcimiento.

Su entretenimiento, aparte de seguir a River, era concurrir al Círculo de Obreros, entidad que actualmente perdura, y una de las primeras instituciones que fundaron los inmigrantes, venidos a estas tierras vírgenes en 1879. Los sábados por la tarde, y domingos todo el día, habilitaban allí el servicio de bar que en ese tiempo era exclusivo para socios de la entidad. Entonces Don Raul, iba generalmente en la tarde dominical, y compartía con gente que era casi toda de su edad, partidos de truco (juego muy popular en el Río de la Plata, que tiene como aditivos una gran dosis de picardía y de mentira, porque con habilidad se puede ganar una mano, aún teniendo las cartas de menos valor), chinchón o Chin Chon, que también se jugaba con barajas españolas de 40 naipes, y otros que posiblemente tengan otra denominación pero se conocía por Chinquín y Tres Siete. Jugaban al truco con un compañero o dos, es decir truco de cuatro o de seis. La apuesta era por el pago de la copa que bebían; por lo general una cerveza, o un vaso de vino tinto o blanco, algún vermouth y ocasionalmente algunos copitas de bebidas llamadas “blancas”, de mayor graduación alcohólica, con marcas creo desaparecieron del mercado (todas no), pero alguna realmente brava: licor Tres Plumas, con sabor parecido al querosén, pero que se daba el tupé  de figurar en la etiqueta como Coñac; Cubana sello verde  y sello rojo; Hesperidina, Pepermint, Anís 8 hermanos, Anís turco, ginebra Llave, y solo algunos más pudientes, saboreaban algún Whiskey, pero no de marca de alcurnia, o Coñac como el Otar Dupuy o el Café al Coñac. Mi viejo era moderado, y no pasaba de la cervecita o algún vaso de vino, salvo en invierno que podía libarse un par de copitas de algún licor. En el truco los compañeros se hacen señas, que identifican las cartas más poderosas que tienen, o que no cuentan con ninguna de ellas; estas señas no deben ser vistas por los contrarios, y si se sienten observados, hasta en las señas mienten, porque hacen creer que tienen tal o cual carta, y de verdad no era así. Algunas mesas eran alborotadas por los gritos, de ¡Truco! ¡Quiero retruco! ¡Quiero vale cuatro! ¡Envido! ¡Falta Envido! Se hacían preguntas cancheras entre compañeros para investigar o proponer que juego haría el que era mano. Por supuesto que las respuestas también podían ser engañosas para los oponentes.    .  

El juego llamado “Canasta”, era practicado más bien por el sector femenino, que por supuesto no concurría al bar, sino que lo hacían en reuniones familiares,en la casa de alguna de las participantes.  Y en familia, se solía jugar al chinchón, escoba de 15, la casita robada, o el culo sucio.

Tenía la intención yo de relatar sus orígenes, actividades de campesinos, y vivencias personales compartidas conmigo y mis hermanos, pero lo dejo para el próximo capítulo.

Aunque ya no está le dedico estas dos canciones:

Piero

LETRA 'MI VIEJO DE PIERO'


Es un buen tipo mi viejo 
que anda solo y esperando, 
tiene la tristeza larga 
de tanto venir andando. 

Yo lo miro desde lejos, 
pero somos tan distintos; 
es que creció con el siglo 
con tranvía y vino tinto. 

Viejo mi querido viejo 
ahora ya camina lerdo; 
como perdonando el viento 
yo soy tu sangre mi viejo 
Yo, soy tu silencio y tu tiempo. 

El tiene los ojos buenos 
y una figura pesada; 
la edad se le vino encima 
sin carnaval ni comparsa. 

Yo tengo los años nuevos 
y el hombre los años viejos; 
el dolor lo lleva adentro 
y tiene historia sin tiempo. 

Viejo mi querido viejo, 
ahora ya camina lerdo 
como perdonando al viento; 
yo soy tu sangre mi viejo. 
yo, soy tu silencio y tu tiempo.

EL TATA ESTÁ VIEJO - Canción

Letra y Musica: Rafael Carret

Rafael "Pato" Carret

El Tata está viejo, 
lo "vide" esta noche 
armar su cigarro con dificultad, 
el pucho encendido 
temblaba en sus labios 
como un tucu-tucu en la oscuridad.
Ya no se levanta 
a matear temprano, 
no cruza al galope, va al trote nomás... 
se pasa las horas 
junto a la tranquera 
mirando el camino pasar... y pasar...
(Estribillo) 
Recuerdo a mi Tata 
en sus años mozos, 
fuerte como un tala, como un ñandubay! 
Hoy parece un sauce, 
'ta "tuito" encorvado, 
qué pena si un día me llega a faltar.

El Tata está viejo, 
si un día ha de irse, 
que ni se dé cuenta, al tranquito nomás... 
Diosito te pido 
que apagues su vida 
cual se apaga un pucho, solo sin pitar.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Mi madre

Mi madre


Mi vieja!!! ¡Cómo me hubiese gustado poder llamarla así, cara a cara, muchas veces! Sin embargo, no supe ni puedo hacerlo. Es un problema de instrucción impuesta posiblemente desde mi primer llanto en el momento de nacer. Es el génesis de lo que sellaría una educación despótica y sobreprotectora, fundamentalista y absurda, castrante y estampillada con hierro candente.

Tengo la sospecha, de que todo podría haber sido más afectuoso,  mucho más expresivo, y con una comunicación sin reprensión, fluida y transparente, cómoda y sincera.

En Argentina, usamos repetida y acostumbradamente, con las personas del entorno íntimo, y también en forma popular, el voseo, calificado incorrectamente en otros tiempos  como "la viruela del idioma", "negra cosa", "verdadera mancha del lenguaje argentino" e "ignominiosa fealdad".  Hoy y desde hace bastante tiempo, se acepta y practica el voceo en lugar del tuteo del idioma español. Ambos  son las formas de tratamiento de confianza de ese idioma.

En mi niñez, al igual que mis hermanos, llamábamos a nuestra madre o la nominábamos cuando hablábamos con otros de ella, con el mote de “mamita”. Esto había sido impuesto obligatoriamente por la vieja, que ni siquiera admitía le dijésemos mamá o mami. Debía ser mamita.

Ahora pienso, que esta obligación, es posible que haya desatado algunas rabias en mí, así que en oportunidades, detrás del “mamita”, se escondía algo parecido a “vieja de mierda”. Porque si el “mamita” te sale espontáneamente, como una erupción de verdadero cariño, es una cosa, y otra la obligación de ese tratamiento, que se me ocurre al tener que llamar a otras personas con palabras como: monseñor (horrible), majestad, patrón, amo.

La “vieja”, para el lunfardo tiene esta connotación: Tratamiento amistoso, aplicable tanto a mujeres como a hombres. "¿Que hacés, vieja, cómo andás?".  Para el tanguero, era inevitable cantarle a “mi vieja”, y ese machista porteño tenía idolatría por su vieja, la cual era intocable como la hermana, aunque ésta en un escalón más abajo.




Este machito de pacotilla, se floreaba con fruslerías sobre las mujeres: A esa atorranta, bagre, cachonda, en mi bulín ya me la curtí, pero me comí un  garrón  porque la mina tenía un chiche. Traducido en buen romance sería algo así: A esa prostituta, fea y muy excitable, la llevé a mi departamento y tuve sexo, pero obtuve un problema, porque la mujer tenía una enfermedad venérea. Me desvié del tema, pero en otro momento les cuento, cómo defendíamos a nuestras hermanas en la infancia.




...


No tiene fotos de cuando era una bebé, pero 
imaginemos conmigo que puede haber sido 
algo así.

Mi mamá nació en 1929, en medio de una familia numerosa, como casi todas las de los abuelos descendientes de inmigrantes. Es una de las pocas sobrevivientes de sus hermanos y hermanas, y hace poco cumplió sus ochenta y cinco años. Dentro de lo que puede esperarse, está bastante bien de salud, y en muchas de sus cosas se las arregla bien, pese a ser muy corta de vista, ya que con uno de los ojos no ve nada luego de una intervención quirúrgica.

Es pesimista, encerrada, fanática religiosa, miedosa, y se hace problemas por todo el mundo conocido por ella, pero especialmente por sus hijos que somos algo crecidos, sus nietos, y otros familiares y entenados.

Yo la visito con frecuencia, porque su casa no está a más de cuatrocientos metros de la mía, y es una tradición hacerlo sí o sí, los domingos por la tarde. Entonces charlamos, y lo que antes me deprimía y me alteraba los nervios, ahora que le agarré la mano, me divierte y trato de divertirla, mezclando fantasías con realidades, o escuchando pacientemente sus largos y repetidos relatos, haciendo esfuerzos de mi parte, para sacarla de temas en los que solía explayarse: enfermedades, muertos, curas, santos y afines. Ni hablemos de sus disparatados consejos.

Siempre fue una persona inteligente; completó la escuela primaria en un colegio de monjas del pueblo; dibujaba muy bien, y tenía una hermosa caligrafía; ya no, porque apenas puede garabatear algunas líneas en su habitual esquela del pedido de vituallas cuando mi hermana va al supermercado.

De carácter fuerte, casi autoritario, fue la que comandó la familia con órdenes y contraórdenes, mientras el bueno de mi papá, se aguantaba y ponía lo suyo, pero con una dulzura difícil de encontrar en un hombre. Creo recordar algunas imágenes de mi niñez, en la que la doña tenía ataques de celos –el viejo poseía su pinta-  y bastaba algún saludo cordial a una mujer que pasaba por la vereda, para que ardiera Troya.

Fui y soy el preferido de sus hijos, y esto fue y sigue siendo lamentable para mí. Con una férrea disciplina, tenía que ser el hijo prodigio, el primero en todo, el modelo para mis hermanos y para otros. A través de los años la fui decepcionando, pero aún cree que soy especial.

Por hoy los dejo con esto: Madre: La palabra más bella pronunciada por el ser humano. – Kahlil Gibran



Elijo a Pappo, en una de sus canciones, que tal vez no sea lo mejor que hay sobre el tema, pero para mí vale:
  Letra de la canción
Mi vieja
Intérprete: Pappo




Mi mama todas las mañanas
con el café me viene a despertar
me trae el desayuno a la cama
no existe nadie como su mama
no existe nadie como mi mama

Mi vieja es una jubilada
toda su vida laburó sin parar
toda su vida
toda su vida
toda su vida laburó sin parar
toda su vida laburó sin parar

Nadie se atreva, a tocar a mi vieja
porque mi vieja, es lo mas grande que hay

Mi vieja va a plaza con pancartas
con las pancartas que yo mismo le arme
ella protesta porque ya esta harta
de que le afanen una y otra vez
de que le afanen una y otra vez

En una de las manifestaciones
vino la cana y se la quiso llevar
por reclamar lo que le corresponde
se vuelve loco nos quiere matar!! 
me vuelvo loco los quiero matar!! 

Nadie se atreva, a tocar a mi vieja
porque mi vieja, es lo mas grande que hay

Nadie se atreva, a tocar a mi vieja
porque mi vieja, es lo mas grande que hay.

viernes, 22 de agosto de 2014

LOS CAMINOS DE LA VIDA

LOS CAMINOS DE LA VIDA



Emulando a Vicentico Muchas canciones de Vicentico (Gabriel Julio Fernández Capello) me han gustado, aunque una particularmente me ha tocado en su momento, en forma profunda, convincente y coincidente, con cada uno de sus versos. Hoy, en un burdo intento de emulación, muestro en primer lugar su canción, y después el mamarracho que sangra de mi corazón, para terminar ofreciéndoles el video que está en https://www.youtube.com/watch?v=jx0YUKT3HBg 


Caminos De La Vida 

Los caminos de la vida 
no son lo que yo esperaba 
no son lo que yo creía 
no son lo que imaginaba 

los caminos de la vida 
son muy difícil de andarlos
difícil de caminarlos 
y no encuentro la salida
 
yo creía que la cosas
eran fácil como ayer 
que mi vieja preocupada 
se esmeraba por dame
todo lo que yo quería 
pero tanto así no es. 
Porque a mi vieja 
la veo cansada de luchar 
por mi hermano y por mi 
por ella lucho hasta que se muera 
por ella no me quiero morir 
pero se que el destino es así. 

(Coro:) 
los caminos de la vida 
no son lo que yo esperaba 
no son lo que yo creía 
no son lo que imaginaba.

VICENTICO

Caminos de la vida

Los caminos de la vida
Resultaron los que elegí
Implicaron un empujón
Educación que recibí.

Los caminos de la vida
Transité con desviación
Orientado con turbación
Con el alma sentida.

Pensamientos encontrados,
Decisiones equivocadas,
Tropiezos y andadas
Con piedras y caídas.

Engañé y me engañaron,
En busca de vanas metas
Y mi vieja en chancletas
Mis ojos empañaron

Ella sigue en su tozudez
Yo con mi rebeldía
Alguna senda atraía
Más que otras señaladas

Yo esperaba ya no espero,
Yo creía  y ya  no creo
Imaginaba y no imagino
Maldigo mi camino.

HOMERO A.R.